domingo, 27 de agosto de 2017

Rockrítico Weekly: Styx + Shelby Lynne + John Grant

STYX - CORNERSTONE (1979)




Llega la hora de la harina pastelera, que dijo Homer Simpson, con Styx, uno más de la plétora de bandas de "rock orientado al álbum" que popularizaron junto con gente como Kansas, Journey, Boston, REO Speedwagon, o Pocoyó. Bueno, quizá no este último, pero Pocoyó probablemente tiene una actitud mucho más agresiva y rockanrolera que la que Styx demuestra aquí. Es este uno de sus discos más célebres, y el que les dio su primer y único número 1 en Estados Unidos (también número 1 como causa de diabetes en las personas de mediana edad norteamericanas), la balada "Babe", que con unos acordes de Rhodes tan brillantes amenaza con cegar el resto del álbum.

Con Dennis DeYoung tirando del carro hacia el mundo del chicle y la piruleta romanticoide (la mencionada "Babe" o "First Time"), y J.Y. y Shaw intentando desviarse hacia un rock no menos dulcificado pero con algo de material para los que preferían temas anteriores como "Renegade" (aquí lograron salirse con la suya, hasta cierto punto, en "Borrowed Time", quizás"), el resultado fue algo intermedio, con mucho merengue por todas partes. "Lights" es rescatada del abismo de la glucosa extrema por parecer genuinamente sentida, mientras que "Love in the Midnight" cierra el álbum con una especie de cánticos sepulcrales que parecen fuera de lugar, pero que rematan una de las mejores del disco. Entre dos aguas queda "Boat on the River", una tensa y folclórica tonada de mandolina. Quizá ese río sea la laguna Estigia, o quizá no. Quizá la mandolina sea la lira de Orfeo. Quizá este disco sea horrible, pero se disfruta mogollón si no tienes ningún tipo de prejuicio.


VALORACIÓN: 17/30

RECOMENDADO PARA: Gente que ya tiene diabetes y a la que no le va a resultar un inconveniente un poco más de diabetes.


SHELBY LYNNE - I AM SHELBY LYNNE (2000)





Uno podría comparar, justa pero erróneamente, a la cantante country Shelby Lynne con otras contemporáneas suyas como Shania Twain o Sheryl Crow: mientras éstas solían tener puesta la vista en el mercado de la época, Lynne parecía deberle más al pasado, más concretamente al soul blanco de los sesenta. Y si hubiera que elegir un nombre, sería el de Dusty Springfield. El título da a entender que la intención era que el disco supusiera el salto definitivo de Lynne al estrellato, pero en el año 2000, es posible que llegara demasiado tarde.

En cualquier caso, fue una sabia decisión empezar el disco con "Your Lies", un emotivo vals con ostentosas orquestaciones y una producción maravillosa (cortesía de Bill Bottrell, que trabajó con Madonna, Michael Jackson... y sí, Sheryl Crow): es como si perteneciera a otra época. La voz de Lynne tiene mucha personalidad: tiene el deje rasgado y malherido que el género requiere. En "Leavin'" habla al amante al que está abandonando de una manera que a uno le hace sentirse afortunado de no ser quién recibe tal rapapolvo. Hay canciones muy buenas, y otras en las que la producción no ayuda en absoluto: "Gotta Get Back" cumple ambas cosas a un tiempo con esa batería electrónica que en mi opinión pinta muy poquito. Por lo demás, todo más que correcto: el soul ligero de "Why Can't You Be?", la preciosa balada "Lookin' Up", la cinematográfica "Black Light Blue"... Shania se convirtió en estrella del pop, y Sheryl en una cantautora respetada, pero ninguna de las dos sacó un disco tan bueno como este.


VALORACIÓN: 21/30

RECOMENDADO PARA: Fans del soul con un poco de whisky por encima.

JOHN GRANT - PALE GREEN GHOSTS (2013)





John Grant parece el hombre más intimidante de la Tierra en esa portada, como si pudiera arrancarnos la cabeza con sus propias manos y al mismo tiempo, vestir de la manera más chic y elegante. Esta imagen nos informa muy poquito del verdadero contenido del álbum, un synthpop envolvente y muy humano, a veces mezclado con chamber pop y con mucho sentido del humor, que poco tiene que ver con su trabajo como líder de los Czars. Contaba ya con 45 años al lanzar este disco, y su voz suena aquí como un menos teatral Rufus Wainwright. Es sobria y madura, pero sigue teniendo cierto toque de espectáculo. Como espectacular es "Pale Green Ghosts", que abre con sonidos Kraftwerkianos, de un synth minimalista, pero que termina por incluir cuerdas hollywoodienses dignas de una vieja superproducción.

"Black Belt" se aproxima más casi a la música disco ochentera, mientras que "GMF", con el inolvidable estribillo de "I am the greatest motherf***** that you're ever gonna meet", es más similar al pop sinfónico. En sus letras, Grant no podría ser más confesional: nos cuenta cada detalle de sus seguridades e inseguridades: en "It Doesn't Matter to Him", una de las tres canciones en las que le acompaña Sinéad O'Connor, se lamenta de que pese a todo lo que ha conseguido, no podrá recuperar el amor de aquél que le abandonó. El mayor problema del álbum es que, pese a su consistencia, es tan largo que para cuando llega "Glacier", con sus casi ocho minutos de metamorfosear el dolor en belleza, uno puede estar algo cansado.


VALORACIÓN: 18/30

RECOMENDADO PARA: Synthpoperos melodramáticos en Islandia.

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